viernes, 26 de marzo de 2010

Haciendo ejercicio en ¡la Alameda!

... De pronto lo divisé.

Era un hombre en sus cuarenta. No tenía mucho pelo en su cabeza, pero, por sus manos pude darme cuenta de que en su pecho y sus piernas, sí. Traía un pants y una sudadera gris. Hacía ejercicio matutino en la Alameda.


No, no estaba haciendo ejercicio. Estaba tratando de ligar. Sus movimientos lo delataban.


Esas lagartijas no se hacen así. No, es como si estuviera penetrando, como si me estuviera penetrando. Y esas sentadillas tampoco se hacen así; son como si me estuviera presumiéndome lo bien formado que tiene su culo.


A ratos se fijaba quiénes lo veían. Había varios hombres aquí y allá observándolo disimuladamente; supongo que trataban de evitar ser descubiertos por él.


¡Maravilloso hombre!

¡Maravillosa Alameda!


Su cara se parecía a cualquiera de estas dos.









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