miércoles, 31 de marzo de 2010

lunes, 29 de marzo de 2010

¡Paren las prensas!


¡Ricky Martin es gay!

(Sólo él no lo sabía) ;-)


viernes, 26 de marzo de 2010

Haciendo ejercicio en ¡la Alameda!

... De pronto lo divisé.

Era un hombre en sus cuarenta. No tenía mucho pelo en su cabeza, pero, por sus manos pude darme cuenta de que en su pecho y sus piernas, sí. Traía un pants y una sudadera gris. Hacía ejercicio matutino en la Alameda.


No, no estaba haciendo ejercicio. Estaba tratando de ligar. Sus movimientos lo delataban.


Esas lagartijas no se hacen así. No, es como si estuviera penetrando, como si me estuviera penetrando. Y esas sentadillas tampoco se hacen así; son como si me estuviera presumiéndome lo bien formado que tiene su culo.


A ratos se fijaba quiénes lo veían. Había varios hombres aquí y allá observándolo disimuladamente; supongo que trataban de evitar ser descubiertos por él.


¡Maravilloso hombre!

¡Maravillosa Alameda!


Su cara se parecía a cualquiera de estas dos.









viernes, 5 de marzo de 2010

¡Qué gorda!


Como me las recomienda mi doctor.

lunes, 1 de marzo de 2010

Busco un blog perdido

He estado desconectado últimamente del internet.

Yo frecuentaba el sitio chubbydubies.blogspot.com, y ya no lo encuentro. Creo que fue dado de baja por google por el "contenido adulto" que mostraba abiertamente. ¡No aguantan nada!

¿Alguien sabe si se trasladó a otro sitio?

Mal mes, el pasado

No, no fue un buen mes el que acaba de terminar. No solamente no he cumplido con mi promesa de escribir más seguido sino que no he podido ligar mucho últimamente a un papito maduro. ¿A dónde se fueron todos?

A mediados del mes de febrero me topé con un madurito de cincuenta años. Nos conocimos por el messenger. Concertamos una cita por un café que los dos conocíamos y nos vimos a la hora y fecha acordadas. No me molestó que fuese bajito o que hablara de una forma pedante: como si estuviera tratando de hacer negocios conmigo (bueno sí, pero no de dinero). Lo que no me "acabó de convencer" fue que hablara sobre ¡su madre!

Evidentemente no pasó nada. No fue nada exitante que dijera que su madre le había dicho tal o cual cosa, o que dijera que su madre lo conocía muy bien, etcétera.

Nos despedimos educadamente y nos fuimos cada uno a nuestras sagradas casas (que siguieron así, sagradas, sin mancha de pecado alguno).

¡Y tanto que deseaba pecar ese día!

En fin, habrán otros...